La semana pasada conocí a una Dafne y me acordé del origen del nombre. Dafne era según la mitología griega una ninfa de los árboles (dríade) que al ser perseguida por Apolo ,que quería hacer cositas con ella , imploró ayuda al dios del río Peneo (su papá) para librarse de él , quien la transformó en laurel ante la desesperación del rijoso dios.
¿Quién no ha pensado en algún momento que le gustaría tener un Peneo a su disposición para transformarle en laurel o cualquier otra planta? Esos encuentros no deseados con alguien , ese "Tierra trágame" tantas veces invocado , no querer que te molesten durante un tiempo precioso y tantas otras cosas para las que vendría bien (siempre y cuando tengamos garantizado el retorno , claro).
Esta historia también inspiró al gran Bernini una obra increíble. El maestro creó en mármol el momento mágico de la transformación ,y lo hizo de tal manera que si contemplas la escultura desde un lado verás a Apolo a punto de capturar a Dafne , pero por el ángulo contrario sólo se observa el gesto inútil de capturar un árbol. Es como esos cromos mágicos que al girarlos sobre un eje horizontal pasas de ver una escena a otra alternativa y que me hipnotizaban cuando yo era niño (y a mi hijo ahora), pero en tres dimensiones. ARTE .
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